Luego de que Israel salió del Sinaí con rumbo a Canaán debía ir organizado como un ejército por orden divina. Ellos se enfrentarían a la guerra para heredar la tierra prometida y por eso se requería una contabilización de los soldados. Esto fue hecho en el segundo mes del segundo año después de que salieron de Egipto (v. 1), esto significa que la batalla para entrar a la tierra prometida sería pronto y no en cuarenta años como luego sucedió.

En la mayoría de los países los varones prestan un servicio militar y están como reservas de la milicia para una eventual batalla, no obstante aquí todos serían parte de este ejército con excepción de los levitas. De acuerdo a las familias patriarcales y clanes se contaron los varones mayores de 20 años con la ayuda del jefe de familia patriarcal (Vv. 2-4).

Primero se escogieron a 12 jefes de cada tribu y luego se contabilizó (Vv. 5-45). La tribu de José fue incluida en sus hijos Efraín y Manasés, mientras que Leví no fue considerada parte de las tribus israelitas herederas. Los jefes de las tribus que fungirían como capitanes y el número de varones contados por tribu fueron:

  1. De la tribu de Rubén, Elisur hijo de Sedeur como jefe de 46500 guerreros contados
  2. De Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai, 59300 guerreros
  3. De Judá, Naasón hijo de Aminadab, 74600 guerreros 
  4. De Isacar, Natanael hijo de Zuar, 54400 guerreros 
  5. De Zabulón, Eliab hijo de Helón, 57400 guerreros
  6. De los hijos de José: de Efraín, Elisama hijo de Amiud; 40500 guerreros
  7. de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur, 32200 guerreros
  8. De Benjamín, Abidán hijo de Gedeoni, 35400 guerreros 
  9. De Dan, Ahiezer hijo de Amisadai, 62700 guerreros 
  10. De Aser, Pagiel hijo de Ocrán, 41500 guerreros
  11. De Gad, Eliasaf hijo de Deuel. 45650
  12. De Neftalí, Ahira hijo de Enán, 53400 guerreros

En total se contó un ejército de 603550 soldados (Núm. 1:46), lo cual es una cantidad muy grande incluso para un ejército moderno como el de Israel actual que tiene 173, 000 soldados activos. Una fuerza como esta no sería nada despreciable y por lo que vemos el número de los Judá era el más grande.

Notemos que el conteo de la gente vino por orden divina, no fue por una estrategia militar humana. Por esta causa Dios castigó a David cuando hizo un censo en su tiempo, pues al parecer quería depender en su propia fuerza y no en la ayuda de Dios. Hacía poco este solo era un grupo de esclavos, ahora serían conquistadores de una tierra. Era el pueblo al que había temido el Faraón y a querido retener con la muerte de los infantes y la esclavitud, pero ahora irían a cumplir su propósito.

Los levitas exentos (Vv. 47- 54)

Los únicos que fueron exentados del censo pues no podían participar de la guerra fueron los levitas pues ellos tenían el deber de atender las cosas del tabernáculo y sus enseres, sirviendo y acampando alrededor del tabernáculo. A ellos se les dio el derecho de acercarse a Dios, pero a los de las otras tribus les era prohibido y traspasar esta norma significaría su muerte. Los sacerdotes y levitas no solo llevarían el tabernáculo y servirían para las cosas espirituales, sino también dirigirían al pueblo al ir al frente mostrando que este ejército no era solo bajo la fuerza o voluntad humana sino con la ayuda divina.

Cada campamento recibiría una bandera por sus ejércitos (v. 52).

En la iglesia todos somos aptos para la guerra espiritual y debemos estar organizados para las labores de servicio y adoración. Somos llamados no a usar armas carnales sino poderosas en Dios para destruir fortalezas. Dios nos multiplica para poder pelear en su nombre para la conquista espiritual a través de su Palabra.